El cortometraje es visto muchas veces como una manera de hacer oficio en el aprendizaje hacia una forma de producción que conlleva una maquinaria más costosa y arriesgada: el largometraje. Sin embargo, en la última década en la República Dominicana, a través de festivales y circuitos alternativos, se ha incentivado no solo el placer de hacer sino también de ver relatos cortos en la pantalla. En estos encontramos una diversidad de miradas y estilos que enriquecen el cine nacional.
Artículo de Revista Global 49