RESUMEN HISTÓRICO DEL CONFLICTO PALESTINO ISRAELÍ

Considerando que el conflicto palestino israelí es un tema permanente en la agenda internacional, el artículo presenta de forma sucinta el devenir histórico de esta disputa hasta nuestros días. Además, se presentan las principales consideraciones relativas a la solicitud del reconocimiento de Palestina como Estado de pleno derecho de la ONU y algunas claves hacia la búsqueda de soluciones.

Resumen histórico del conflicto palestino israelí

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Se denomina como Palestina al territorio comprendido entre el mar Mediterráneo y las inmediaciones de la depresión del río Jordán (de oeste a este), y entre algunas zonas del Líbano actual hasta el río Litani y algunas zonas del Neguev.1

Históricamente, el espacio territorial que ocupa Palestina ha tenido un importante significado estratégico, pues ha sido una importante ruta comercial entre continentes y como tal ha albergado diversas culturas y formas de pensamiento.

A pesar de la mencionada diversidad, siempre existió una mayoría de pueblos árabes, que para entonces estaban organizados en tribus, profesantes de la fe islámica, pero con frecuentes choques entre sus jefes tribales y disputas territoriales. Los territorios palestinos estuvieron bajo el mandato de diversos imperios, siendo el turco otomano el último en dirigirlos hasta finales de la Primera Guerra Mundial.

Al concluir aquella guerra en 1918, Francia e Inglaterra se repartieron los territorios conquistados a los otomanos, creando las actuales fronteras de Siria, Líbano e Irak.

Sin embargo, quedó una zona sin designación, sobre la cual la Sociedad de Naciones o Liga de las Naciones –antecesora de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)– creó el Mandato Británico de Palestina.

Durante este mandato, y a raíz de las amenazas del sionismo, las tribus palestinas empezaron a limar asperezas y a verse como un pueblo único, que debía enfrentar la intervención británica y la expansión colonialista sionista.

El mandato inglés perduró hasta 1948, fecha en que la ONU acordó el reparto de los territorios en dos Estados, uno judío y otro árabe, con extensiones territoriales aproximadamente iguales.

En Palestina se destacan dos fuerzas políticas preponderantes. De un lado, la Organización para la Liberación Palestina (OLP), creada en 1964, bajo el liderazgo del extinto mítico líder palestino Yasser Arafat, que consiste en una coalición de organizaciones palestinas, unidas por el objetivo de crear el Estado palestino y la recuperación del territorio perdido.

La OLP obtuvo el reconocimiento de la Liga de Estados Árabes (LEA) y más tarde de la ONU, como único y legítimo representante del pueblo palestino. Lo que más tarde le permitió obtener la calidad oficial de observador en la Asamblea General (AG) de la ONU.

La representación política de la OLP es el partido Al Fatah, de tendencia nacionalista laica. Se caracteriza por una posición más abierta al diálogo y a soluciones por vía de negociación. Su representante y líder actual es Mahmoud Abbas. También se encuentra el movimiento Hamas, cuyo brazo político lleva el mismo nombre. Surge como contraparte de la OLP y a Al Fatah, gracias al apoyo de una parte de la población que se encontraba decepcionada por la ineficacia de estos en lograr la independencia palestina y la notable influencia ideológica de la revolución iraní del Ayatola Jomeini.

Al Fatah se caracteriza por ser nacionalista, yihadista e islámica conservadora. Sus ideales son más conservadores que los de su posición, al tiempo que no escatiman en hacer uso de la fuerza para generar presión política y conseguir sus objetivos. Su líder actual es Khaled Mashal.

Durante un tiempo, el pueblo palestino estuvo bajo el mandato de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), surgida tras los Acuerdos de Oslo de 1993. Esta institución se fragmentó debido a los enfrentamientos entre la OLP y Hamas en 2006-2007.

El resultado ha sido la división de Palestina en dos gobiernos, la Franja de Gaza dirigida por Hamas y Cisjordania por la OLP. Jurídicamente Palestina no es un Estado, toda vez que carece de reconocimiento internacional, pues solo una parte de las naciones del mundo le reconoce y algunas que lo hacen mantienen reservas sobre dicho reconocimiento.

Historia de Israel

Israel es un país de Oriente Próximo ubicado en la ribera sudoriental del mar Mediterráneo. Es una nación con especial significado religioso, pues en sus territorios se ubican lugares santos de tres de las más importantes religiones del mundo: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.

Sin embargo, se trata de un Estado reciente, cuyos orígenes tienen sus raíces en un ideal religioso, una coyuntura histórica social, y un activismo proisraelita con base en Europa y los Estados Unidos de Norteamérica.

El pueblo judío ha estado siempre ligado al Medio Oriente, donde se encontraba Sion (la tierra de Israel) y de la cual fueron expulsados, lo que dio inició a la historia errante del pueblo judío.

El deseo de volver algún día a las tierras de los ancestros y crear un Estado israelí siempre quedó latente en los corazones de los judíos, transmitiéndose de generación en generación.

No obstante, ese ideal solo empieza a materializarse con el surgimiento del movimiento sionista.

El sionismo surgió en Europa a mediados del siglo XIX y puede definirse como el movimiento de liberación nacional del pueblo judío. Su objetivo es concentrar a la población judía en un solo territorio, creando un Estado libre y soberano que ponga fin al éxodo del pueblo.

El movimiento sionista surgió en una época en que se expandían los pensamientos nacionalistas y los procesos colonialistas, por lo que sus fundadores estuvieron directamente influenciados por esos factores.

Los territorios de Transjordania y Palestina resultaron ser los idóneos para realizar el proyecto sionista. Primero, por ser las míticas tierras en que habitaron sus ancestros, y, segundo, por las coyunturas políticas de los territorios tras la retirada de los turcos y durante el mandato británico.

En resumen, el proyecto sionista se fundamentó en la colonización de los territorios que hoy conforman su nación, mediante la inmigración paulatina de judíos provenientes de Europa, quienes crearon asentamientos y expulsaron a los pueblos árabes allí radicados.

Sucedieron varios acontecimientos –mencionados más adelante– hasta que el 14 de mayo de 1948 Israel declara su independencia, luego de manifestar su rechazo a la propuesta de la ONU para la creación de dos Estados independientes.

Actualmente, Israel posee tres fuerzas políticas principales. El Partido Laborista Israelí (PLI), de posición de izquierda moderada, con orientación social demócrata y sionista. David Ben Gurion, importante artífice de la independencia, y Shimon Peres fueron parte de este partido.

El Likud, un partido de centro derecha, conservador y sionista revisionista. Tradicionalmente choca con la línea del PLI. Su principal líder es el actual primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Son reacios a la creación de un Estado palestino y a ceder posición en las negociaciones.

El Kadima, un partido centrista y sionista liberal. Ideológicamente podemos colocarlo entre el PLI y el Likud. Fue fundado por Ariel Sharon, antiguo primer ministro de Israel, luego de su salida del derechista partido Likud.

Actualmente el partido predominante en el Kneset (parlamento israelí) es el Likud. Lo que provoca que la posición oficial sea más conservadora y contribuya al estancamiento de las negociaciones entre palestinos e israelíes.

El conflicto palestino israelí

Entender el conflicto puede ser una tarea compleja. Sin embargo, para apreciar la razón por la que se deriva la disputa, basta con saber que los territorios que hoy ocupan ambos pueblos han sido objeto de guerras durante siglos, tanto por su posición geográfica estratégica como por su importancia religiosa. De manera especial la ciudad de Jerusalén.

El territorio fue ocupado en distintas épocas por diversos imperios y reinos, pero ninguno perduró tanto como el árabe, que gobernó desde la conquista de Bizancio en el 638 d. C. Hasta el 1192 cuando se produce la conquista cristiana mediante las cruzadas.

Históricamente la comunidad judía fue una minoría. Se le negaban ciertas libertades, derechos de representación, de participación y políticos. Pero un cambio se produjo tras la conquista de Israel por el general egipcio Ibrahim Falla en 1833. El general Falla otorgó mayores derechos a las minorías judías y cristianas, entre los que se destacan los de libre tránsito y la participación política representativa.

Ese hecho significó la chispa que permitió la expansión de la comunidad judía y que más tarde dio origen a la materialización de la antigua idea de establecer un territorio israelí propio e independiente, es decir, la puesta en marcha y consecución del proyecto sionista.

Las condiciones ideales para que esto pasara se presentaron durante la etapa final del mandato del Reino Unido sobre los territorios de lo que se conocía como Transjordania y Palestina. La desorientación logístico administrativa del mandato británico, debido al proceso de transición de la Liga de las Naciones a la actual Organización de las Naciones Unidas y el final de su mandato, catalizó la oportunidad israelí.

El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de la ONU, tras intensos debates, adopta la Resolución 181,2 mediante la cual se establece un plazo final para la misión de administración británica y propone un plan de partición de los territorios en tres partes: un estado palestino, uno judío y la ciudad de Jerusalén que tendría un estatuto jurídico especial y sería administrado por la ONU.3

La propuesta otorgaba 46 por ciento del territorio a los palestinos y el restante 54 por ciento a los judíos. La proposición fue rechazada. El 13 de mayo de 1948 –un día antes de concluir el mandato británico– los israelíes declaran la independencia del Estado de Israel. Este hecho inesperado enardeció a los árabes, quienes a través de la denominada Alianza Árabe intentaron invadir los territorios israelíes otorgados por el plan de la ONU.

Este conflicto se extendió por alrededor de 15 meses provocando cientos de miles de refugiados y desplazados.

La situación constituyó un fenómeno particular, donde una gran cantidad de palestinos quedaron literalmente atrapados dentro de los límites israelíes, mientras otros se vieron forzados a trasladarse a las zonas de Cisjordania y Gaza, quedando en un estatus de refugiados que hasta hoy en día provoca debates.

Mientras el conflicto continuaba, Israel ocupaba más terreno de lo que originalmente el plan de la ONU le otorgaba. Para esto creaban asentamientos israelíes sobre la franja de Gaza y Cisjordania. Durante el ínterin de los años 1947-1948, la presión diplomática llevó a la ONU a enviar un contingente de cascos azules a las zonas de Gaza y el Sinaí. Dichas intervenciones fueron rechazadas por la Alianza Árabe, mediante una movilización de efectivos militares apoyados por Egipto, Siria e Irak y la firma de un pacto de defensa mutua.

Ante la negativa de los países árabes de retirar sus tropas, Israel decide utilizar la fuerza militar, con lo que comienza la conocida Guerra de los Seis Días.

En ese corto espacio de tiempo Israel logró conquistar la franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén del Este, la península del Sinaí y los altos del Golán.

Un saldo de cientos de muertos y miles de heridos, así como alrededor de 300,000 palestinos desplazados fue el resultado del choque bélico.

Ante el hecho, por primera vez el Consejo de Seguridad de la ONU actúa directamente en torno al conflicto, emitiendo la Resolución 242 de fecha 22 de noviembre de 1967.4

La resolución ordena, entre otros, la retirada inmediata de las tropas israelíes de los territorios ocupados, solicita una justa solución a la situación de los refugiados y el reconocimiento de la inviolabilidad territorial e independencia política de los estados de la zona. Esto implica el recíproco reconocimiento entre Palestina e Israel. La resolución fue rechazada por Palestina al entender que esta violentaba los derechos de sus ciudadanos.

Desde entonces la disputa no ha dejado de tener etapas de confrontaciones armadas. Las de mayores consecuencias han sido la Guerra de YomKipur (1973) y la Guerra de Líbano (1983).

Las partes han intentado llegar a acuerdos por medio de negociaciones, que han contado con importantes mediadores, tales como Estados Unidos, Europa y la ONU. Lamentablemente, todos han sido infructuosos.

El acuerdo de mayor relevancia es el Tratado de Oslo. Fue firmado en 1991 en la capital española, y contó con la participación de Líbano, Siria, Israel, Egipto y una delegación palestino jordana. El tratado comenzó una nueva serie de negociaciones.

Cabe destacar que el Tratado de Oslo preveía, entre otros, un repliegue de las fuerzas israelíes y los territorios ocupados así como el establecimiento de un Estado palestino.

Ese tratado fue también el conducto que permitió que en 1993 los palestinos reconocieran el Estado de Israel y los israelíes a la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

No obstante, la implementación práctica del Tratado de Oslo nunca fue eficaz y su propuesta territorial colocaba a Palestina en una situación geográficamente inviable para sostener un Estado.

El rol de la ONU en el conflicto

El papel de las Naciones Unidas en el conflicto ha tenido diversas limitaciones. La principal radica en el hecho de que el único órgano de la ONU con capacidad de tomar decisiones vinculantes, es decir, con carácter obligatorio, es el Consejo de Seguridad. Pero este órgano se encuentra a la vez supeditado a las razones políticas de sus miembros permanentes, de los cuales Estados Unidos es uno y tiene una invariable postura proisraelí.

Por ende, toda propuesta de resolución que reconozca a Palestina como Estado soberano o que vaya en detrimento de la nación israelí es automáticamente vetada por Estados Unidos. Impedimento que se hace extensivo para el conocimiento de cualquier causa en contra de Israel ante los tribunales jurídicos internacionales.

El esfuerzo más destacado de la ONU en la historia reciente se refleja mediante la Resolución del Consejo de Seguridad 1397 del 12 de marzo de 2002.5 Esta exige el cese de las hostilidades y la reanudación de las negociaciones.

Esa resolución sirvió de base para que en 2003, Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas, presentaran a Israel y a la Autoridad Nacional Palestina un documento denominado la hoja de ruta como alternativa para una solución política pacífica del conflicto.

Esta iniciativa consistía en un plan de paz donde se reconoce la soberanía y derechos de ambos Estados, y mediante una serie de fases estratégicas plantea la desmilitarización de las zonas en conflicto, la retirada de los asentamientos israelíes, el apoyo al fortalecimiento y creación de instituciones palestinas para la factibilidad de un gobierno autosustentable, entre otros. Notables estudiosos han afirmado que esa resolución constituye: “[…] el más serio de los esfuerzos internacionales para intervenir en el conflicto con el objetivo de poner fin a la violencia, reanudar las negociaciones de paz y resolver dicho conflicto”.6

Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones y los esfuerzos de los mediadores, las partes envueltas en el conflicto lo rechazaron, obligando a la ONU a depositar el proyecto en un frío anaquel de sus archivos. Queda claro que todos los esfuerzos para reanudar los procesos de paz y avanzar hacia una solución han sido truncados por uno u otro obstáculo hasta el momento infranqueable.

El trazado inicial para el reconocimiento de Palestina

Tras un tiempo de relativa calma, al menos en la palestra internacional, el tema del conflicto palestino israelí retoma el escenario mundial de manera intensa.

Esto tiene sus orígenes en diversas declaraciones públicas realizadas por importantes personalidades mundiales.

En marzo de 2010, durante una visita al Oriente Medio, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, declaró que la expansión de los asentamientos israelíes era ilegal y representa un acto contra el derecho internacional, pidiendo a la vez el levantamiento del bloqueo sobre Gaza.7 Esta declaración provocó la reacción del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien exigió a Ban Ki-Moon definir su postura en torno al conflicto.

Otra situación que reavivó el debate fueron las declaraciones y posturas del presidente de Estados Unidos, Barrack Obama, quien se ha mostrado como partidario del reconocimiento de las fronteras previas a 1967. Esa posición quedó plasmada tras su declaración pública en mayo de 2011 cuando subrayó que: “Las fronteras de Israel y Palestina deben basarse en las líneas de 1967 con intercambios acordados mutuamente, de modo que se establezcan fronteras seguras y reconocidas para ambos Estados”.8

Esas declaraciones, sumadas a la revolución en el mundo árabe, conocida como “la primavera árabe”, han propiciado el momentum para que la ANP decida presentar la solicitud formal ante la ONU, a fin de ser reconocido como Estado miembro pleno del organismo internacional.

La cruzada por Palestina

Mahmoud Abbas, uno de los líderes de la ANP, declaró a principios de septiembre de 2011 que presentaría la solicitud oficial de reconocimiento de Palestina como miembro pleno de la ONU durante la 66 Asamblea General Ordinaria Anual de la ONU.

A partir de esa declaración se inicia una imparable ola de debates en todo el mundo, así como una notoria división de quienes se encuentran a favor y en contra de la causa.

En su momento se presentaron dos formas posibles en que Palestina podía ser reconocida: 1) como miembro pleno, o 2) como Estado observador. Cada una conlleva un proceso particular.

Ser miembro pleno de la ONU involucra su reconocimiento internacional por parte de la mayoría simple de los países miembros del organismo. De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, el procedimiento para obtener reconocimiento pleno es el siguiente: la nación a ser reconocida u otro(s) miembro(s) de la ONU solicitan al secretario general su consideración para el asunto; el secretario general evalúa la solicitud y de considerarla viable la remite al Consejo de Seguridad; una vez allí se vota sobre el particular, para lo cual se necesita el voto afirmativo de nueve de los 15 miembros del órgano, incluyendo el de los cinco miembros permanentes; finalmente se hace un reconocimiento protocolar por medio de votación ante la Asamblea General.
La otra vía es el reconocimiento de Palestina como Estado observador, lo que usualmente se conoce como la “fórmula Vaticano”, ya que es el medio por el cual el Estado Vaticano obtuvo su estatus actual. El proceso es más sencillo: se solicita a la Asamblea General el reconocimiento de lugar; la Asamblea debate y vota sobre el particular. Para que la solicitud sea aprobada se requiere al menos los votos a favor de por lo menos tres cuarto del total de miembros de la ONU.
Poseer el estatus de Estado observador permite la participación en todas las actividades de la ONU que no sean reservadas únicamente para miembros plenos. No se tiene derecho a voto de los proyectos de resolución, aunque se puede firmar y formar parte de la mayoría de los tratados internacionales emanados de órganos de Naciones Unidas.

La polémica sobre el apoyo o rechazo a la solicitud de Palestina y de la vía políticamente idónea mantuvo divididas a las principales naciones del mundo.

El cuarteto de Oriente Medio, integrado por la ONU, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea presentaron posiciones contrapuestas.

El presidente Obama dejó clara su posición de buscar una solución al conflicto y reconocer a Palestina, siempre y cuando el proceso se realice por medio de la reanudación de las negociaciones antes de realizar la solicitud de membrecía a la ONU. Por tanto, una acción unilateral de Palestina se enfrentaría al veto norteamericano.

Rusia se presenta con cierta neutralidad en la cuestión, sin dejar de mencionar que ante todo desea evitar cualquier situación que ponga en riesgo la seguridad regional en Oriente Medio. De su parte, la Unión Europea no ha logrado aunar una posición unificada, ya que dentro de sus miembros se encuentran tanto posiciones a favor como en contra. Países como España y Francia han declarado públicamente su apoyo a la aprobación del estatus palestino como Estado observador, mientras que otros como Reino Unido han permanecido en un punto medio.

En el caso latinoamericano, Brasil, Argentina, Ecuador, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Guyana, Paraguay, Costa Rica y El Salvador han reconocido al Estado palestino libre e independiente con las fronteras de 1967. Chile, Uruguay, Perú y la República Dominicana lo han reconocido pero sin mención de sus fronteras, cuestión que consideran debe ser negociada entre Israel y Palestina. México ha manifestado su apoyo pero no la ha reconocido.

Otras naciones, como Colombia, se han mostrado en contra de cualquiera de las dos formas para el reconocimiento de Palestina, honrando así la relación y apoyo que reciben del Estado de Israel en temas como la cooperación, desarrollo agrícola seguridad.

Dos momentos históricos: la solicitud formal en la Asamblea General y el reconocimiento ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El viernes 23 de septiembre de 2011 quedó marcado en los libros de historia. Durante su turno en la 66 Asamblea General Ordinaria Anual de la ONU, Mahmoud Abbas, líder de la OLP, solicitó la admisión formal de su país como miembro pleno de la organización.

Los aplausos de cientos de representantes, de pie, ante la Asamblea, fueron testimonio de la posición de gran parte de las naciones del mundo a favor de la causa palestina.

Durante su alocución, Abbas se refirió al momento como “la primavera Palestina”, en una analogía a las revueltas del mundo árabe. Al mismo tiempo resaltó el interés de su pueblo en retomar las negociaciones con Israel, una vez estos retiren sus asentamientos y reconozcan las fronteras palestinas anteriores a 1967, entre otros pedimentos.

A menos de una hora del discurso de Palestina, tocó el turno de Israel. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, se dirigió al foro en tono defensivo, declarando que gran parte del mundo no comprende la posición de Israel y solo les ve como el malo de la película.

Manifestó que los israelíes más que nadie desean conseguir una paz duradera y reconocer al Estado palestino, enfatizando que esto solo se logrará a través de negociaciones bilaterales.

Manifestaron que por medio de resoluciones no se conseguirá la solución del conflicto y que no podrán hacer reconocimiento alguno de Palestina como Estado, hasta tanto se materialice el marco que garantice efectivamente la seguridad y soberanía de su nación.

La respuesta israelí ante la acción unilateral palestina fue inmediata. En una acción que puede calificarse de arrogante y contraproducente, decidieron permitir la expansión de sus asentamientos en Gilo, una comunidad judía al sur de Jerusalén.

Estados Unidos también respondió recalcando con énfasis que no reconocerá a Palestina hasta tanto se reinicien las negociaciones y que vetará cualquier solicitud unilateral ante el Consejo de Seguridad.

La comunidad internacional reprochó las acciones israelíes y el apoyo a la causa palestina continuó expandiéndose por más naciones.

A pesar de la presión política y mediática por parte de Israel y de los Estados Unidos, la OLP y su líder Mahmoud Abbas continuaron su cruzada.

A sabiendas de que el proceso de debate de su solicitud por parte del Consejo de Seguridad de la ONU será largo y accidentado, pudiendo incluso caer en un limbo indefinido, decidieron tomar una acción política atrevida y arriesgada.

La OLP decidió presentar una solicitud formal de membrecía como Estado de pleno derecho ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Luego de recibida y analizada la propuesta, el lunes 31 de octubre de 2011, en el marco de su 36 sesión de la Conferencia General, los países miembros de la Unesco decidieron, mediante mayoría simple, reconocer a Palestina como Estado de pleno derecho ante la organización.

Para su aprobación, la propuesta requería de la mayoría de dos tercios de los Estados Miembros de la Conferencia General presentes y votantes (los miembros que se abstienen de votar se consideran “no votantes”); ese requisito no fue un obstáculo pues la propuesta obtuvo un total de 107 votos a favor, 14 en contra y 51 abstenciones.

Como era de esperarse, las reacciones ante este reconocimiento fueron inmediatas. Mientras un considerable número de naciones celebraban el logro político de Palestina, Israel condenó el hecho, calificándolo como una muestra de la falta de voluntad palestina por continuar las negociaciones bilaterales.

De su lado, los Estados Unidos decidieron tomar una drástica medida, consistente en el retiro de su aportación económica a la Unesco, aproximadamente unos 80 millones de dólares, es decir, alrededor del 22% del presupuesto total de la organización.

A pesar de esto, la respuesta de la comunidad internacional parece clara, si bien esos fondos retirados harán un hueco en el presupuesto de la organización, han preferido buscar alternativas al presupuesto antes que declinar su apoyo a Palestina.

La respuesta estratégica de Israel

Las acciones que se realizan en pos del reconocimiento de Palestina tienen como principal exponente a Mahmoud Abbas, líder de la OLP, dejando a un lado las consideraciones de su contraparte política, el Movimiento de Resistencia Islámica Hamas.

Esto ha significado un punto critico en las aspiraciones palestinas, pues si bien la OLP goza de mayor reconocimiento y capacidad negociadora que Hamas, esta última representa a una parte importante de la población y no debe subestimarse su poder político, sobretodo dentro de Palestina y en relación directa con Israel.

Precisamente han sido los israelíes quienes mejor han sabido sacar partido a la frustración y sentimiento de exclusión de Hamas.

En un insólito acercamiento, Israel realizó una negociación con los líderes de Hamas con el objetivo de intercambiar prisioneros cautivos.

El canje se materializó a mediados de octubre de 2011, donde 477 prisioneros palestinos fueron liberados a cambio del soldado israelí Gilat Shali, quedando pendiente la liberación de otros 550.

A todas luces, esa maniobra estratégica de Israel buscaba desestabilizar la relación entre la OLP y Hamas, restando importancia a la primera y demostrando una actitud de apertura hacia la agrupación política contraria.

Sin embargo, el resultado no fue el que Israel esperaba, pues en el transcurso de los últimos meses, la ANP y Hamas en vez de distanciarse han buscado espacios para su acercamiento.

Así, vale resaltar la importante reunión sostenida entre Mahmoud Abbas (OLP) y Khaled Mashal (Hamas) en la ciudad de El Cairo (Egipto) durante diciembre de 2011, en la que ambos líderes evaluaron la posibilidad de sentar las bases para que Hamas se integre a la OLP.

Claves importantes para la solución

A pesar de lo complejo de la disputa y la dificultad de encontrar medios para la solución de la misma, tras analizar su devenir histórico, podemos al menos resaltar algunos puntos específicos que consideramos de relevante importancia a fin de crear el terreno ideal para iniciar un verdadero proceso que conlleve a la resolución de la situación.

La unidad del pueblo palestino
Claramente, la aguerrida división política del pueblo palestino va en perjuicio de sí mismo y sus aspiraciones. Resulta necesario un verdadero compromiso de acercamiento entre la OLP y Hamas, para lograr un objetivo superior al de las ideologías que persiguen sus posiciones políticas. Pues, la pluralidad de ideologías y partidos políticos no es un elemento negativo, pero su desarrollo queda a la vez supeditado al marco de la existencia previa de un Estado libre y soberano con instituciones, al menos, forjadas y en vías de desarrollo.

Una solución a la situación de los refugiados
La omisión del tema de los refugiados palestinos dentro de las negociaciones de paz aunada a la negación de sus derechos constituye un elemento que dificulta la consecución de una solución viable al conflicto. Por tanto, el tema debe ser parte integral en la agenda de las negociaciones por venir. Los palestinos merecen respuesta a la situación de los refugiados, el fin de los desplazamientos forzados e Israel la garantía de su soberanía territorial conforme a los límites internacionalmente convenidos.

Redefinir el papel de los Estados Unidos
Los Estados Unidos de Norteamérica deben limitarse a jugar un papel de mediador entre las partes. Esto implica romper con la tendencia proteccionista sobre Israel y reconocer que al final de cuentas, la solución solo debe tener como protagonistas a los pueblos en disputa.

Entender la convivencia entre pueblos como una realidad insoslayable
Al finalizar nuestro escrito destacamos dos verdades irrefutables: los judíos llegaron a Oriente Próximo y crearon el Estado de Israel; los palestinos ya estaban por aquellas tierras y tienen el derecho a la autodeterminación mediante el reconocimiento internacional del Estado palestino.

Ambas verdades reflejan el entramado enlace que indefectiblemente obliga a ambas naciones a convivir como vecinas. Lo que el tiempo y la voluntad de ambas partes pueden cambiar es la forma en que se desarrolla su convivencia, en conflicto o en paz.

Consideramos que el momento histórico en que vivimos, principios de siglo y de milenio, es ideal para romper barreras y forjar nuevos paradigmas que sienten las bases de un mundo más justo.

Deseamos tener la dicha de ver a estas naciones conviviendo en paz y procurando su armónico desarrollo.

Aníbal Mauricio Paz es abogado e internacionalista. Labora como analista de Política Internacional para la Presidencia de la República Dominicana. Miembro del Consejo Dominicano de Relaciones Internacionales (CDRI).

Notas

1 Mapas Palestina. En línea: <http://www.mundoarabe.org/mapaspales.htm> (Visitado el 18/09/2011).

2 Resolución completa. En línea:<http://daccess-ddsny.un.org/doc/RESOLUTION/GEN/NR0/041/19/IMG/NR004119.pdf?OpenElement> (Visitado el 20/09/2011).

3 Mapa de la división de la ONU. En línea: <http://www.google.com.do/imgres?q=palestina+propuesta+1947&hl=es&biw=1024&bih=653&gbv=2&tbm=isch&tbnid=29bTZy4HSIlvPM:&imgrefurl=http://lestadhijodelanoche666.blogspot.com/2009_01_01_archive.html&docid=gPf6E4Jal1Bu7M&w=300&h=300&ei=LQl5Tr2xBcmtgQfl_5C1DQ&zoom=1&iact=hc&vpx=758&vpy=130&dur=7071&hovh=225&hovw=225&tx=123&ty=106&page=1&tbnh=148&tbnw=148&start=0&ndsp=15&ved=1t:429,r:4,s:0> (Visitado el 20/10/2011).

4 Resolución completa. En línea: <http://daccess-ddsny.un.org/doc/RESOLUTION/GEN/NR0/241/30/IMG/NR024130.pdf?OpenElement> (Visitado el 20/09/2011).

5 Resolución completa. En línea: <http://daccessdds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N02/283/62/

PDF/N0228362.pdf ?OpenElement> (Visitado el 20/09/2011).

6 Bar-siman-tov, Yacov. “La Hoja de Ruta: ¿hacia una resolución del conflicto Palestino-Israelí?” Anuario del Institut Europeu de la Mediterrania. Ed. 2003. En línea: <http://www.iemed.org/serveis/adocuments.php> (Visitado el20/09/2011).

7 “Ban Ki-Moon se solidariza en Ramala con los palestinos y exige el fin de las colonias”. Periódico digital El Mundo. En línea: <http://www.elmundo.es/elmundo/2010/03/20/internacional/1269107009.html> (Visitado el 20/09/2011).

8 “Obama pide solución palestino-israelí con fronteras de 1967”. Periódico digital Panorama Diario. En línea: <http://www.panoramadiario.com/internacional/articulo/articulo/2/obama-pide-solucion-palestino-israeli-con-fronteras-de-1967/categoria/1/?no_cache=1> (Visitado el 20/09/ 2011).